Cada noche: una revisión

Al
finalizar el día, en un momento de silencio, pido al Espíritu Santo que me permita
reconocer la presencia de Jesús conmigo durante esta jornada, y se le
agradezco. Me pregunto de qué manera he estado disponible a su misión y también se lo agradezco. Miro cómo he sido obstáculo a su acción en mi
vida y le pido que, en su misericordia, transforme mi corazón. Le pido ayuda para vivir el otro día unido a Él. Jesús me da su bendición.
Un posible esquema para este momento podría ser:
Me dispongo, pido, agradezco, reconozco, confío.
- Elijo un lugar apropiado; algunos pasos antes de “entrar” en ese lugar, me dispongo para la oración. Tomo conciencia de estar en la presencia amorosa del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
- Pido la asistencia al Espíritu Santo para que este momento de oración sea conducido por Él, que Él mismo me muestre la presencia de Jesús Resucitado conmigo durante este día.
- Miro mi corazón, en silencio, al finalizar el día, y le digo al Señor cómo me siento. Tomo conciencia de cómo Él me ha ayudado a lo largo del día a ofrecerle la vida, cada vez que me he sentido unido a su amor, a su paz, a su evangelio, y le agradezco (más importante que ver lo que yo hice mal, es ver lo que Él hizo bien, y lo que hicimos juntos!).
- ¿He estado disponible al Señor y a vivir a su estilo en todas las cosas? Mis opciones no han sido todas por Él, he sido un obstáculo a su acción en mí. ¿Cómo, de qué manera? Le pido que, en su amor y respeto por mí, toque con ternura las heridas de mi corazón y se lleve mis penas y pecados.
- Miro hacia el día siguiente y le expreso al Señor mi deseo de vivirlo en total disponibilidad a lo que Él quiera de mí.
- Antes de ir a dormir, siento la mano de Jesús sobre mi cabeza que me bendice para tener un buen descanso. Expreso mi amor a María y, poniendo mi vida en su corazón, concluyo en el nombre del P – H – ES.